Mis queridos y buenos hermanos:
Hoy todos los hermanos cubanos, donde quiera que nos hallemos, conmemoramos un gran acontecimiento ocurrido hace 142 años atrás: el inicio de la gesta de la Guerra de los Diez Años por la Independencia de Cuba; el levantamiento contra el gobierno español que inició las acciones libertadoras.
Ese dÃa el gran patriota cubano Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo–el tan bien llamado “Padre de la Patria”– (1819–1878) se alzó en armas y dio la libertad a sus esclavos. Él invitó a los mismos–si asà lo deseaban–a unirse a la causa por la libertad de la Patria oprimida. Asà comenzó esta Historia, con muchos sacrificios y renuncias.
Muchos lo dieron todo por la causa, hasta sus propias vidas en aras de alcanzar la tan ansiada libertad “con todos y para el bien de todos”. Otros muchos también la dieron por la misma noble causa. Por ello, debemos hoy recordarles con amor, nunca olvidando lo que expresaron y, sobre todo, lo que afirmaron con sus luchas y acciones.
Esta realmente es una fecha que siempre está y estará ligada a nuestra Historia, que es la Historia de un pueblo que ha luchado y que lucha incansablemente por su completa libertad a través de los años. Nunca se borrarán de mi mente algunos rostros y, sobre todo, nunca he podido olvidar las afirmaciones y las expresiones de algunos patriotas cubanos que, cuando niño, conocà cuando ellos hablaban acerca de la Guerra por la Independencia de Cuba.
La mayorÃa de ellos–los de menos edad cronológica—se referÃan, en este caso, a la gesta liberadora, que se inició el 24 de febrero del año 1895, bajo la dirección de José Julián Martà y Pérez (1853–1895) nuestro insigne Apóstol Nacional, y es precisamente la continuación directa de la Guerra de los Diez Años, iniciada por el gran patriota cubano Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, y de la famosa Protesta de Baraguá, protagonizada por el famoso Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales (1845–1896).
En este momento en que les escribo estas sencillas letras que acompañan un muy interesante correo que acabo de recibir, de la muy buena hermana MarÃa Teresa Villaverde Trujillo, autora del mismo, recuerdo estos inolvidables rostros que les mencionaba antes. Y es que, cuando niño, por la década de los años cuarenta, yo vivÃa a sólo dos cuadras del lugar donde se hallaban alojados los antiguos veteranos de las Guerras Cubanas (el entonces conocido “Centro de Veteranos”, que se encontraba en la calle Egido, a continuación de la Estación de PolicÃa, que aún esta’ en la calle Zulueta, entre Egido y Dragones, en La Habana).
En bastantes ocasiones, en el casi diario recorrido que hacÃamos mis padres y yo desde el hogar hacia los grandes Parques de la Avenida del Puerto, pasando por toda la calle Egido, nos detenÃamos unos minutos en ese lugar, donde los veteranos estaban sentados en los sillones que existÃan en el portal de ese sitio, para conversar con algunos de éstos, que allà pasaban sus últimos dÃas–no en buenas condiciones, por cierto. Ellos, al recordar, los hechos de las dos grandes Guerras cubanas, erguÃan sus cuerpos–muchos eran ya muy viejecitos; Se empinaban, ya endebles, y sus rostros se iluminaban por una luz que brotaba de su interior, acompañando al brillo que irradiaban sus ojos.
Recuerdo las lágrimas que brotaban de sus ya cansados ojos al rememorar muchas de las historias que nos narraban muy pacientemente. Asimismo, tampoco he olvidado las lágimas que brotaban de los ojos del Mayor General Enrique Loinaz del Castillo (1871–1963), autor de la letra y la música del Himno Invasor, héroe de cien combates, al recordar la figura de nuestro Apóstol José Martà en las actividades de conmemoración de su Natalicio, que se efectuaban periódicamente en el tan querido Colegio “Baldor”. Él conoció muy directamente a los grandes patriotas de la gesta de 1895. Nunca olvidaré la emoción patente en nuestros jóvenes rostros al escuchar las emocionadas palabras de estos próceres o patriotas cubanos.
Asà fuimos educados y ello nos ha marcado a todos nosotros. Fue verdaderamente una educación muy diferente a la que otras personas han tenido. Los que nos han precedido generacionalmente, nunca tuvieron esa enseñanza tan directa, dada por los mismos que participaron en aquellas acciones de nuestra Historia.
Pienso, mis queridos hermanos, que resulta muy conveniente que nuestros hijos y nietos lean, conozcan los hechos y los documentos históricos que se conservan de nuestra Patria. Siempre debemos de mantener viva nuestra Historia en todos ellos. Nunca debemos olvidar nuestras grandes raÃces, que son las cubanas. Nuestra Historia es verdaderamente muy rica y muy digna de ser recordada y seguida. Si ello no ocurre, no estarÃamos haciendo lo que hicieron nuestros abuelos y padres con nosotros desde que fuimos pequeños. En particular, deseo– a propósito del tema–sugerirles dos en esta gran fecha: El Pronunciamiento del 10 de octubre de 1868 y el Discurso pronunciado por José Martà en el Masonic Temple de Nueva York, en conmemoración de esta fecha, el 10 de octubre del año 1887.
A continuación, les traigo las grandes frases finales de este histórico discurso de nuestro Apóstol:
“Dicen que es bello vivir, que es grande y consoladora la naturaleza, que los dÃas, henchidos de trabajos dichosos, pueden levantarse al cielo como cantos dignos de él, que la noche es algo más que una procesión de fantasmas que piden justicia, de mejillas que chispean en la oscuridad, de hombres avergonzados y pálidos. Nosotros no sabemos si es bella la vida. Nosotros no sabemos si el sueño es tranquilo. ¡Nosotros sólo sabemos sacarnos de un solo vuelco el corazón del pecho inútil, y ponerlo a que lo guÃe, a que lo aflija, a que lo muerda, a que lo desconozca la patria! ¿Con qué palabras, que no sean nuestras propias entrañas, podremos ofrecer otra vez a la patria afligida nuestro amor, y decir adiós, adiós hasta mañana, a las sombras ilustres que pueblan el aire que está ungiendo esta noche nuestras cabezas? ¡Con velar por la patria sin violentar sus destinos con nuestras pasiones: con preparar la libertad de modo que sea digna de ella! “
Jose Marti’
Espero que el tema les resulte de interés. Asà lo ruego a Dios.
Siempre verdaderamente les quiero y les tengo muy presentes en mi corazón, en mi pensamiento y en mis sencillas oraciones de cada dÃa,
alberto
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