¿Quién pica? La Avispa
¿Quién gana? La Habana
¿Quiénes son los más astutos? Los del Instituto
¿De qué lugar? De La Habana
ConfÃo en que muchos lectores reconocerán el edificio de la fotografÃa. A los que no lo conocen les digo que es el “pre†de La Habana, o – para los más apegados a las viejas y buenas tradiciones- el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Por este masivo y compacto edificio pasamos muchas generaciones de cubanos para egresar orgullosos con nuestros flamantes tÃtulos de bachilleres en Ciencias y Letras –que asà decÃa el documento oficial-, llenos de ilusiones por el próximo y cercano ingreso a las aulas universitarias.
La contemplación de este edificio me trae siempre un aluvión de recuerdos, todos amables y curiosamente cercanos pese a los 32 años que han trascurrido desde que terminé mi bachillerato. Casi puedo ver los alegres grupos de estudiantes uniformados en blanco y azul; percibir los sobresaltos de los exámenes; rememorar los proyectos de un futuro, entonces tan remoto, pero definitivamente distinto al que en realidad tuvimos; escuchar las constantes bromas y las risas; sorprender las conversaciones prohibidas, las complicidades, los fugaces amorÃos, los primeros cigarros. Se me dibujan decenas de rostros en la memoria, unos más cercanos y familiares que otros, pero hoy curiosamente entrañables todos. ¡Tantos de ellos dispersos ahora por el mundo!
Los jóvenes del Instituto de La Habana tenÃamos un fuerte sentimiento de pertenencia a nuestro espacio. Amábamos la sólida estructura de aquellos sillares de piedra; su ancha escalinata; sus soleados patios interiores; sus galerÃas; los brillantes vitrales del Aula Magna, solemne y amplia, con su podio imponente y sus muebles de caoba; el portal elevado sobre la calle Zulueta; el vestÃbulo adornado con columnas clásicas, terminando en la majestuosa escalinata interior de mármol; el enrejado elegante de las ventanas de la planta baja; las pizarras de cristal de las aulas y sus bien instalados laboratorios… Un edificio concebido para la enseñanza como no se volverÃa a construir otro. TodavÃa en los años en que yo cursaba estudios allÃ, el Pre conservaba su propio periódico, “La Avispaâ€, editado por un grupo de estudiantes -apenas un delgadÃsimo pasquÃn impreso con un viejo mimeógrafo, en el sótano del edificio-, con una salida bastante irregular, pero que de alguna manera portaba en sà las reminiscencias del pasado, algo asà como un hálito de la autonomÃa de los viejos tiempos republicanos, cuando las aulas del edificio eran un fuerte reducto de libertades y debates de la sociedad civil en la voz de sus estudiantes. Éramos conscientes de que en épocas pasadas allà se habÃa formado una buena parte de los pilares de la intelectualidad cubana, de los lÃderes del pensamiento cÃvico de la República.
Un dÃa aciago, en los años 90, el Instituto de La Habana dejó de serlo. Todos los centros de enseñanza preuniversitaria de la ciudad se habÃan estado trasladando gradualmente desde mediados de los años 80, por decreto oficial, hacia el campo, e inexorablemente llegó también el turno al nuestro. En lo sucesivo, los estudiantes de bachillerato estaban obligados a estudiar bajo régimen de internado en los horrorosos bloques de prefabricado que –para su mejor adoctrinamiento, alejados de la influencia y control familiar- se habÃan construido. Se silenciaron por un tiempo las aulas y las galerÃas del vetusto edificio, que quedó huérfano de la juventud y del espÃritu que acogiera a lo largo de casi un siglo; se trabajó en su remozamiento completo bajo el auspicio del Historiador de La Ciudad, y finalmente reabrió, esta vez como escuela secundaria básica “experimental†–un tÃtulo que suele otorgarse aquà a las instituciones que gozan de atenciones especiales-, “centro de referencia†(otro tÃtulo nobiliario del sistema) y vitrina modelo de lo que entienden las autoridades como ejemplo de excelencia en la enseñanza media. Huelga decir que las plazas para el ingreso de los adolescentes a esta escuela son muy reñidas y se otorgan previa cuidadosa selección por los funcionarios del Municipio de Educación.
He sabido recientemente que pronto la secundaria que ocupa el edificio será trasladada al Convento de Belén. Se dice que éste volverá a ser el Instituto Preuniversitario de La Habana, y de cierta forma me alegra que asà sea. Mi fértil imaginación me hace suponer que las crÃticas condiciones de la economÃa y la falta de liquidez estatal son ya incapaces de sostener el gravamen de miles de estudiantes internos, a los cuales el gobierno –en virtud de sus propias leyes y de las brillantes iniciativas del lÃder “invictoâ€- se ve obligado a garantizar, aunque sea de forma mÃnima, la alimentación, los uniformes y el aseguramiento material elemental que implican el alojamiento y el transporte. Pero quizás estas no son más que suposiciones mÃas y la reapertura del Instituto solo responda a algún capricho de las alturas o –más probablemente- a uno de los impulsos de añoranza de nuestro Historiador. De todas maneras, en este caso no podrÃa menos que agradecer que sus arranques de nostalgia tengan un resultado más efectivo que los de esta oscura blogger.
Pero, no sé. Algo me dice que ya las cosas no serán iguales que antes. No sé si quedará alguno de los excelentes profesores que tenÃa entonces el Instituto; no sé si todavÃa, en las condiciones actuales de deterioro generalizado, existan suficientes profesionales con tanto celo por la calidad de la enseñanza; no sé si los estudiantes serán tan ingenuos y confiados o si tendrán tantas esperanzas como tenÃamos entonces nosotros y los que estuvieron antes o un poco después. Me gustarÃa creer que sÃ, que un dÃa el Instituto con más tradición de este paÃs, volverá a ser lo que era, y aun mejor. Quiero pensar que acaso allà se forjen las ilusiones de muchas generaciones de cubanos que en un futuro posible y relativamente cercano, a golpe de amor, de voluntad y de sueños, sean capaces de reconstruir y crear algo valioso y permanente sobre las ruinas de Cuba. Y pensándolo bien, creo además que después de todo, es mejor que ellos no sean jamás tan ingenuos y confiados como fuimos nosotros.
Muchas gracias Eva (Mirian), ya hubiera querido yo tener tu fluidez y hermosura en las palabras para expresar mi sentimiento por el Pre de la Habana.
Hola Marisol;
Aqui te pongo el Link del articulo en el Blog de Miriam (se llama SinEVAsion), por si quieres darte una vuelta; Hay mas comentarios alli…
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